domingo, 12 de octubre de 2008

Un viejo cuento



¿Que culpa tiene el tomate? Quilapayum

León Felipe iniciaba uno de sus poemas mas sentidos con el verso que dice yo no sé muchas cosas, es verdad.

Para quien tenga interés en leerlo completo, figura al principio del blog, en el margen derecho.

A pesar de tener que iniciar esta entrada del mismo modo-yo no sé muchas cosas, es verdad- voy a tratar de expresar unas viejas ideas que me llevan solicitando desde hace tiempo que las deje salir a tomar el fresco un ratito.

Un servidor no sabe muchas cosas, es verdad. Pero lo cierto es que soy Perito Mercantil, Profesor Mercantil y Economista.

Luego aprobé las oposiciones de Auditor de Cuentas, del Registro Oficial del Ministerio de Hacienda y también el Concurso-Oposición para ocupar plaza de Secretario General en un Organismo Público.

Un servidor no sabe muchas cosas, es verdad. Pero lo cierto es que llevo 35 años trabajando en puestos de contenido económico.

Veinte años en el sector público y 15 años en empresas privadas. Cuatro de ellos, como jefe de créditos en una sucursal del mayor banco español en la actualidad.

Es cierto, no se muchas cosas, es verdad. Pero siempre he tenido -desde pequeño- y sigo teniendo interés por aprender algo cada día.

Yo no se muchas cosas, es verdad. Pero quisiera decir algo sobre la economía en general y sobre la crisis financiera en particular.

Y me apetece decir, en primer lugar, a modo de aclaración previa, que lo evidente siempre tiene difícil explicación.

Y debiera resultar ocioso tener que argumentar que hay cuestiones básicas de las que un Estado civilizado no puede hacer dejación de responsabilidad y abandonarlas en manos de intereses privados.

En principio cito la Educación, la Sanidad y la Seguridad Ciudadana (se debe poner freno ya al auge de las compañías privadas de seguridad).

No hace falta mencionar a las Fuerzas Armadas, porque carecen de interés económico para el sector privado.

Si alguien necesita conocer las razones en las que me apoyo para hacer estas aseveraciones, no me importaría hacer la extensa lista.

Pero para no cansar a la inmensa mayoría que entiendo no las precisa, las omito.

Vayamos con las entidades financieras. Con la necesidad de su control y regulación.

No tiene ningún sentido que los beneficios de la banca hayan sido durante decenas y decenas de años, cada ejercicio un 25% superior al del anterior, como mínimo.

Y daba igual que el sistema económico fuera boyante o que estuviera en crisis. Es más, a veces han ganado mas cuanto mas caótica era la situación.

Con esos márgenes de lucro, parece imposible comprender como los Bancos Centrales de cada nación no hayan obligado a que una parte sustancial de esos excedentes se destinasen a ir creando un Fondo de Reserva -real, sólido y efectivo, sin tramposas ingenierías financieras- que les sirviera para soportar épocas de vacas flacas como la actual.

Pero no. Lo que se ha hecho todas estas decenas de años -con los gobiernos haciendo la vista gorda, cuando no de cómplices- es repartir dividendos entre los accionistas. Cuantos mas mejor.

E ir creando una serie de llamados “productos” de inversión que, pasado un tiempo, no sabían lo que tenían dentro ni las madres que los parieron.

A la vez, los Consejos de Administración de esos bancos se asignaban unos sueldos y prebendas, contratos blindados, etc. , de cifras tan multimillonarias que insultan a la moral de cualquier ser humano decente.

Sueldos de cientos de millones anuales y contratos blindados de ese calibre.

Y los ciudadanos cada vez pagando mas comisiones, mas gastos de mantenimiento, mas costes por apuntes, cuotas por tarjetas, altos intereses por los préstamos solicitados y todas las ocurrencias que a las entidades les vengan en gana.

Y llega el momento en que la avaricia rompe el saco y la vaca no solo es que no da mas leche, sino que se pone muy malita y está en un tris de irse a vivir al otro barrio.

Y llega el momento de que los de siempre, los señores multimillonarios -tan honorables y guapos- se quitan de en medio con sus enormes fortunas a buen recaudo y les endosan el problema a los gobiernos.

Para que una vez saneados, se los devuelvan limpitos y relucientes. Y vuelta a empezar.

Ellos, tan liberales. Tan partidarios del no intervencionismo del Estado. Tan adoradores del libre mercado que todo lo arregla.

Es cierto, yo no se muchas cosas, es verdad.

Pero en todo este asunto hay un cuento muy viejo : los corruptos explotadores de sus congéneres -los seres humanos- son fervientes adoradores de la economía privada cuando las cosas van bien y suplicantes de ayuda al deplorable Estado cuando las cosas van mal.

El viejo cuento de siempre : privatizar los beneficios y socializar las pérdidas.

Todo este invento podría ser muy chistoso, si detrás de todo este fraude, no existiesen miles de dramas reales de familias concretas que viven con desesperación su propia angustia diaria.

No pasa nada. La ley de la selva. Resistirán los mas fuertes y transmitirán sus genes para mejora de la especie.

A fin de cuentas, el ser humano no deja de ser un animal, cuya función primera es procurar la supervivencia de su genero.

Lástima de los mas débiles. Es mejor para la especie que desaparezcan. El mundo necesita de los fuertes, de los depredadores, de los que no se paran en nada y logran sobrevivir a todo.

A partir de hoy, tomaré mucho Cola-Cao. Puede que con ello consiga llegar a ser un campeón.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Querido Ernesto, un placer volver a leerte.
¿Me permitirás una recomendación?
Dosifica tu ingesta de Colacao y no tomes más de un vaso al día ¿por qué, puede que digas?
1- tu figura te lo agradecerá
2- si llegas a Campeón, lo mismo, sin advertirlo, te ves del otro lado...Puede que Llegar no sea posible sin Ser...
Y ahora, toca darte la razón y, también, quitártela sólo un poquito. Yo sé que cuando hablas de los más débiles, hablas de los "de verdad" más débiles, pero, últimamente, a mi alrededor, oigo denominarse de esa forma a gentes a las que, sin negar su debilidad frente a un sistema devorador,lo que les ha ocurrido es que, durante un tiempo, han querido ser agentes devoradores y han fagocitado todo lo que había a su alrededor; es verdad que lo que esta gente engullía era un "aperitivo" comparado con las grandes y opíparas comilonas de los "grandes devoradores" pero, pregunto ¿es sólo la cantidad, menor o mayor, la que determina el acto (mal acto)? ¿no es aceptar el todo vale y añadir aquello de:bueno, como lo mío es poco no importa?
He visto a demasiada gente hacer "como si fuera rico"; he visto a demasiada gente de esa que ahora se queja de "su debilidad frente a", dar trabajos(?)mal pagados y peor tratados a gentes que venían huyendo de la pobreza; he visto como mujeres con falsas perlas -en el cuello y en la boca- ponían a mujeres dulces y agradecidas a cuidar a sus hijos o a sus padres; padres que,a su vez, jamás pudieron soñar con que, en su vejez, iban a tener "chachas" (así las llaman) que les hicieran creer que eran "señoritos". No voy a seguir por no aburrir. ¿Es esa gente menos responsable? ¿menos culpable?
Un saludo y perdón por extenderme demasiado.

Anónimo dijo...

tersat

Antes que nada, decirte que tus palabras nunca aburren ni se hacen largas. Todo lo contrario. Siempre son interesantes y bien medidas.

Admito tu sugerencia y no tomaré Colacao.

En honor a la verdad, debo decir que ya un día LLegué a campeón y opté por regresar al Ser.

Estoy muy de acuerdo con todo lo que expresas.

Y efectivamente, es para contar y no parar.

Por eso, por todo lo que dices, me animaré a contar en la siguiente entrada mi visión personal en ese terreno.

Un afectuoso saludo.

Anónimo dijo...

tersat, me ha encantado tu reflexión, pero mucho, muchísimo. creo que encierra unas verdades como puños, tan grandes que quizá por eso no se vean desde cerca. A poquito que se mire sin distorsionar la realidad, ninguno de los que hemos pertenecido a ese "primer mundo" podemos escapar a la responsabilidad de haberlo configurado tal y como está, cuando hemos tenido la oportunidad de haberlo hecho casi perfecto, asumiendo que la perfección no existe, y si existiese sería imperfecta.

Ernesto, esperaré impaciente tu próxima entrada.

Anónimo dijo...

Wallace97

Me alegro mucho de volver a leerte.

En cuanto a lo que pienso escribir en la próxima entrada, me da un poco de grima imaginar que puedo ser cansino con pesadas monsergas.

Intentaré hacerlo lo mejor que pueda.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Ernesto, de cansino nada, y ya firmaría yo para que todas las monsergas que tenga que oir fueran como las tuyas.
He estado muy liado últimamente, pero no me he perdido ni un solo comentario. Espero poder comunicarme contigo en breve.

HASTA SIEMPRE

LA DIGNIDAD

ZAMBA DE MI ESPERANZA - Jorge Cafrune -

ERNESTO

ERNESTO
Ernesto Guevara de la Serna

ALLENDE

ALLENDE
Salvador Allende Gossens

CAFRUNE

CAFRUNE
Jorge Cafrune Herrera
En 1977, eran tiempos difíciles para Argentina. El gobierno estaba en manos de la dictadura militar.

A diferencia de otros artistas comprometidos, que se exiliaron cuando comenzaron las amenazas y las prohibiciones, Cafrune decidió quedarse y seguir haciendo lo que mejor sabía hacer: cantar y opinar cantando y haciendo.

Fue así que en el festival de Cosquín de enero de 1978 cuando su público le pidió una canción que estaba prohibida, Zamba de mi esperanza, entonces Jorge Cafrune tocó el tema argumentando que "aunque no está en el repertorio autorizado, si mi pueblo me la pide, la voy a cantar".

Según testimonios que se consignan en el Nunca más, eso ya fue demasiado para los militares, y en un campo de concentración de Córdoba ,el Teniente Coronel Carlos Enrique Villanueva opinó que “había que matarlo para prevenir a los otros”.

El 31 de enero de ese año. A modo de homenaje a José de San Martín , Cafrune emprendió ese día una travesía a caballo que lo llevaría a Yapeyú , lugar de nacimiento del libertador.

Esa noche, a poco de salir, fue embestido a la altura de Benavidez por una camioneta conducida por un joven de 19 años, Héctor Emilio Díaz.

Jorge Cafrune falleció ese mismo día a la medianoche, pero el hecho nunca fue esclarecido y para la justicia quedó sólo como un accidente.