domingo, 13 de abril de 2008

Estrellas errantes


I was born under a wandering star (Lee Marvin)

Siempre me inquieta mirar al cielo en noches estrelladas y pensar que muchas de esas estrellas ya no existen.

Que desaparecieron hace tiempo. Para algunas han podido transcurrir unos cuantos años. Para otras, quizás miles o millones de ellos. Depende de su distancia a nosotros.

Las continuamos viendo debido al tiempo que tarda su luz en llegarnos. Esto es, un segundo por cada 300.000 kilómetros, la velocidad de la luz.

También me doy cuenta, en ocasiones, que no es cierto que cada vez que tiramos algo hacia arriba, siempre ha de bajar.

Lo cierto es que si somos capaces de mantenerlo subiendo el tiempo suficiente, a una velocidad superior a 40.000 kilómetros por hora, se saldrá de la fuerza de gravedad. Es la llamada velocidad de escape. La que permite viajar a las naves espaciales.

En esos instantes tomo conciencia de lo insignificante y efímero que debiera resultar lo que sucede aquí abajo.

Sin embargo, a nosotros nos parece definitivo, pongo por caso, que Carme sea ministra de los ejércitos o que a Belén Esteban no le regalen el traje de novia. Sin dudar de la importancia de hechos tan relevantes, sería bueno relativizar un poco las cosas.

Eso no quiere decir que resulte indiferente mejorar las condiciones de vida de los seres humanos en esta minúscula bolita que, para no ser, no ha llegado nunca ni siquiera a estrella. Si acaso, un trozo apagado de una de ellas.

Tengo para mi, que tomando conciencia de nuestra pequeñez en el tiempo y en el espacio, es como seríamos capaces de ser generosos y solidarios.

Que tendríamos la inteligencia suficiente para pensar que no merece la pena ser mezquinos y egoístas.

Ser conscientes de que, incluso el hombre mas importante sobre la faz de la tierra, tampoco deja de ser otra pequeñez.

HASTA SIEMPRE

LA DIGNIDAD

ZAMBA DE MI ESPERANZA - Jorge Cafrune -

ERNESTO

ERNESTO
Ernesto Guevara de la Serna

ALLENDE

ALLENDE
Salvador Allende Gossens

CAFRUNE

CAFRUNE
Jorge Cafrune Herrera
En 1977, eran tiempos difíciles para Argentina. El gobierno estaba en manos de la dictadura militar.

A diferencia de otros artistas comprometidos, que se exiliaron cuando comenzaron las amenazas y las prohibiciones, Cafrune decidió quedarse y seguir haciendo lo que mejor sabía hacer: cantar y opinar cantando y haciendo.

Fue así que en el festival de Cosquín de enero de 1978 cuando su público le pidió una canción que estaba prohibida, Zamba de mi esperanza, entonces Jorge Cafrune tocó el tema argumentando que "aunque no está en el repertorio autorizado, si mi pueblo me la pide, la voy a cantar".

Según testimonios que se consignan en el Nunca más, eso ya fue demasiado para los militares, y en un campo de concentración de Córdoba ,el Teniente Coronel Carlos Enrique Villanueva opinó que “había que matarlo para prevenir a los otros”.

El 31 de enero de ese año. A modo de homenaje a José de San Martín , Cafrune emprendió ese día una travesía a caballo que lo llevaría a Yapeyú , lugar de nacimiento del libertador.

Esa noche, a poco de salir, fue embestido a la altura de Benavidez por una camioneta conducida por un joven de 19 años, Héctor Emilio Díaz.

Jorge Cafrune falleció ese mismo día a la medianoche, pero el hecho nunca fue esclarecido y para la justicia quedó sólo como un accidente.