domingo, 27 de abril de 2008

Sarcasmos...



El maestro ( Patxi Andión)

Transcurrían los primeros años de la década de los 60. Mis recuerdos son de un pequeño pueblo de la provincia de Sevilla.

Un pueblo habitado, en su inmensa mayoría, por gente desafortunada. Gentes trabajadoras, pobres, tristes y temerosas del régimen. En ese pueblo pasó muchos años mi familia.

Mi padre era maestro y fue depurado por sus ideas de izquierda durante la República, según consta en el documento de la Comisión de Depuración que aún conservo, encabezado por el infame aguilucho.

Hizo la guerra en la zona nacional y tuvo que participar en duras batallas -como la de Peñarroya- debiendo matarse entre hermanos.

Por esta razón, tras unos años de tramitación del expediente de depuración, recuperó la plaza de maestro.

En el pueblo, el régimen lo encarnaba, en primer lugar, el alcalde. El Jefe Local del Movimiento.

Recuerdo a este fascista, corrupto y ruin individuo luciendo el uniforme de verano de Falange en las fechas mas señaladas ; 18 de julio, día de la victoria, día de la raza, la Inmaculada, etc…

El resto de las fuerzas vivas del régimen lo conformaban el cura, el comandante de puesto de la guardia civil y el boticario.

El cura era el encargado de elaborar los informes sobre el comportamiento social de mi admirado padre.

La guardia civil, en aquellos años, fundamentalmente se encargaba de mantener el pánico al dictador y sus secuaces.

El boticario completaba el cuadro disfrutando de su privilegiada posición económica.

El miserable alcalde lo controlaba todo y todo lo caciqueaba.

Así se hizo inmensamente rico, adueñándose de grandes extensiones de terrenos rústicos que ahora son fuente de grandes fortunas urbanísticas para sus herederos.

Buscando fotografías para ilustrar este post con los personajes del régimen vestidos de falangistas, encuentro una de Fraga jurando como ministro de la deplorable dictadura y otra del cuñado del dictador, Serrano Suñer.

Después me dió por googlear el nombre y los dos apellidos reales -que nunca olvidaré- del deleznable alcalde y -oh, sorpresa- encuentro muchas páginas de Internet en las que aparecen.

No me esperaba tal sarcasmo: hallo su nombre y dos apellidos porque es el que actualmente tiene el colegio público donde mi padre sufrió tanto.

Tras unos tragos de agua, me dispongo a encontrar algo de consuelo para justificar que ese nombre se lo atribuirían al colegio en tiempos de la dictadura.

Le dedico un rato de pesada búsqueda, pero no consigo acreditar este hecho.

Lo que si encuentro es que además del colegio, también tiene dedicada una calle en el pueblo.

Mi padre murió en Abril de 1970. Ya nadie se acuerda de él.

A principios de los años 6o, el alcalde, previo informe del cura, lo expulsó de la localidad.

Al parecer, no era lo bastante adicto y fiel al régimen.

Tendrá que ser así....

miércoles, 23 de abril de 2008

Buscar la felicidad



Milonga del moro judio (Jorge Drexler)

La Constitución de los Estados Unidos de 1787 y su antecedente mas inmediato, la de Virginia de 1776, aprobada durante el mandato del gobernador Thomas Jefferson, que mas tarde sería el tercer presidente de los Estados Unidos, en su artículo primero consagraba el derecho a la vida, a la libertad, a la propiedad, a la seguridad y a la búsqueda de la felicidad.

Al parecer, es la única Constitución que en su articulado establece, de forma expresa, el derecho fundamental de sus ciudadanos a buscar la felicidad.

No deja de ser bastante paradójico que estos derechos convivieran con la esclavitud y la falta de derechos para las mujeres durante largos años. Pero “asín semos” los seres humanos.


Si fuésemos norteamericanos y nos dispusiéramos a llevar a la práctica el precepto constitucional, lo primero que habría que hacer es llegar a un acuerdo sobre que es la felicidad.


Algo muy difícil. Hay miles de ideas distintas sobre la felicidad. Se trata de un estado transitorio y cambiante. Nadie puede ser todo el tiempo feliz. Ni siquiera infeliz.


Una de las primeras nociones que recuerdo, siendo niño, era una muy simplista y comercial que se contenía en un antiguo anuncio de analgésicos, concretamente del Calmante Vitaminado, que se emitía en la TV en blanco y negro y que definía la felicidad como la ausencia del dolor.


Se refería al dolor físico. Pero ¿y que pasaba con el otro dolor, el moral?


La felicidad también podría ser la ausencia de enfermedad y la armonía con la naturaleza. Con las personas, los animales y las cosas. Con las personas amadas y las desconocidas. El respeto a los animales y el cuidado con las cosas.

Parece una bobada, pero todo puede arreglarse de la manera mas sencilla. Como es un derecho previsto en la Constitución, se preparan unas pancartas y nos manifestamos ante los que gobiernan, por ejemplo en la White House, para exigir que se cumpla la ley :

¡QUEREMOS SER FELICES!

¡POR UNA FELICIDAD DURADERA, YA!

¡ NO QUEREMOS FELICIDAD BASURA!

¡ POR UNA FELICIDAD ESTABLE Y DIGNA!

Acudid todos. Ya sabéis, a las 12 horas del próximo día 300 de diciembre del año 10.000.

Por favor, se ruega puntualidad.

domingo, 13 de abril de 2008

Estrellas errantes


I was born under a wandering star (Lee Marvin)

Siempre me inquieta mirar al cielo en noches estrelladas y pensar que muchas de esas estrellas ya no existen.

Que desaparecieron hace tiempo. Para algunas han podido transcurrir unos cuantos años. Para otras, quizás miles o millones de ellos. Depende de su distancia a nosotros.

Las continuamos viendo debido al tiempo que tarda su luz en llegarnos. Esto es, un segundo por cada 300.000 kilómetros, la velocidad de la luz.

También me doy cuenta, en ocasiones, que no es cierto que cada vez que tiramos algo hacia arriba, siempre ha de bajar.

Lo cierto es que si somos capaces de mantenerlo subiendo el tiempo suficiente, a una velocidad superior a 40.000 kilómetros por hora, se saldrá de la fuerza de gravedad. Es la llamada velocidad de escape. La que permite viajar a las naves espaciales.

En esos instantes tomo conciencia de lo insignificante y efímero que debiera resultar lo que sucede aquí abajo.

Sin embargo, a nosotros nos parece definitivo, pongo por caso, que Carme sea ministra de los ejércitos o que a Belén Esteban no le regalen el traje de novia. Sin dudar de la importancia de hechos tan relevantes, sería bueno relativizar un poco las cosas.

Eso no quiere decir que resulte indiferente mejorar las condiciones de vida de los seres humanos en esta minúscula bolita que, para no ser, no ha llegado nunca ni siquiera a estrella. Si acaso, un trozo apagado de una de ellas.

Tengo para mi, que tomando conciencia de nuestra pequeñez en el tiempo y en el espacio, es como seríamos capaces de ser generosos y solidarios.

Que tendríamos la inteligencia suficiente para pensar que no merece la pena ser mezquinos y egoístas.

Ser conscientes de que, incluso el hombre mas importante sobre la faz de la tierra, tampoco deja de ser otra pequeñez.

HASTA SIEMPRE

LA DIGNIDAD

ZAMBA DE MI ESPERANZA - Jorge Cafrune -

ERNESTO

ERNESTO
Ernesto Guevara de la Serna

ALLENDE

ALLENDE
Salvador Allende Gossens

CAFRUNE

CAFRUNE
Jorge Cafrune Herrera
En 1977, eran tiempos difíciles para Argentina. El gobierno estaba en manos de la dictadura militar.

A diferencia de otros artistas comprometidos, que se exiliaron cuando comenzaron las amenazas y las prohibiciones, Cafrune decidió quedarse y seguir haciendo lo que mejor sabía hacer: cantar y opinar cantando y haciendo.

Fue así que en el festival de Cosquín de enero de 1978 cuando su público le pidió una canción que estaba prohibida, Zamba de mi esperanza, entonces Jorge Cafrune tocó el tema argumentando que "aunque no está en el repertorio autorizado, si mi pueblo me la pide, la voy a cantar".

Según testimonios que se consignan en el Nunca más, eso ya fue demasiado para los militares, y en un campo de concentración de Córdoba ,el Teniente Coronel Carlos Enrique Villanueva opinó que “había que matarlo para prevenir a los otros”.

El 31 de enero de ese año. A modo de homenaje a José de San Martín , Cafrune emprendió ese día una travesía a caballo que lo llevaría a Yapeyú , lugar de nacimiento del libertador.

Esa noche, a poco de salir, fue embestido a la altura de Benavidez por una camioneta conducida por un joven de 19 años, Héctor Emilio Díaz.

Jorge Cafrune falleció ese mismo día a la medianoche, pero el hecho nunca fue esclarecido y para la justicia quedó sólo como un accidente.