lunes, 7 de julio de 2008

Poderoso caballero



Money, Money- Liza Minelli y Joel Grey

Hace un par de sábados leí en el diario Público unas declaraciones de Richard Roberts, Premio Nobel de Medicina en el año 1993 por sus investigaciones sobre el ADN.

En ellas decía que las grandes compañías farmacéuticas carecen de ética, al no tratar de curar enfermedades, sino de lucrarse con los medicamentos para patologías crónicas.

En su explicación -de pura lógica- proseguía diciendo que es un problema gravísimo, en la medida en que existen empresas privadas que fabrican medicamentos y precisamente, como son privadas, su objetivo es tener beneficios.

Por eso buscan fármacos para enfermedades crónicas. Las empresas no tienen ningún incentivo para desarrollar fármacos que realmente acaben con la patología.

Es necesario separar el descubrimiento de una curación de enfermedades de la venta de medicamentos.

No podemos pensar que las empresas van a buscar curaciones, porque no les interesa.

Y por eso se necesita al sector público, para que los institutos públicos de investigación, con financiación del Gobierno, se fijen en las causas y las curas de las enfermedades.

Roberts trabaja en BioLabs, empresa que hoy se dirige a la búsqueda de fármacos para enfermedades de países en desarrollo.

Actualmente lucha contra la filariasis, una enfermedad presente en 130 países en vías de desarrollo que se transmite por un mosquito y provoca la ceguera africana y la elefantiasis.

Es una enfermedad que no interesa a los grandes laboratorios, porque se cura y no es una enfermedad crónica.

Millones de personas padecen esta enfermedad, que afecta a su sistema linfático y, además de causar en muchos casos la ceguera, les desfigura el rostro, lo que conlleva un estigma social en muchas comunidades y un aislamiento.

Si esto que dice el premio Nobel, lo llevamos diciendo cantidad de años miles de analfabetos en los ambulatas, en los hospitales, en las paradas de los autobuses, en el metro, en los portales de las casas, en los trabajos, etc... será porque es un asunto de puro sentido común.

Entonces : ¿ por qué permanece inalterable durante años y años?

Hagamos la pregunta de los clásicos : ¿a quién beneficia?

Séneca decía : Cui prodest scelus, is fecit. Esto es, quienes se han beneficiado -de un hecho punible-, son los que lo han cometido.

Nos quedan algunas decenas de años para seguir comprando por toneladas aspirinas, transilium y betadines.

Será inevitable seguir promocionando a los Abellos y los Marios Condes.

4 comentarios:

RGAlmazán dijo...

Está claro que nos vemos obligados a ello. ¿Cómo se puede evitar consumir lo que ellos producen?
El sentido ético de las multinacionales farmaceúticas, como todo lo que producen empresas privadas, está contaminado por el dinero. Es inmoral como el sistema que lo sustenta.

Salud y República

Soto dijo...

Apreciable Ernesto:Es que lo privado,es lo privado,ganar dinero,a cuenta de lo que sea y quien sea.Me gustaria saber "todo lo que se cuece" en la medecina privada con respecto a los enfermos,prolongacion de estancia,ectc.El tema farmaceutico!cuanta porqueria se traga ,y, si,por ejemplo la psiorasis ,no tiene solucion ,porque no es rentable,asi muchisimos más farmacos.Claro,claro,las enfermedades cronocas !menudo filón! Todo esto ¿no es delictivo?¿En donde estan los beneficios a la sociedad en la Medecina privada?
Un abrazo,Ernesto

Anónimo dijo...

RGalmazan

Estoy de acuerdo. El calificativo es inmoral.

Sin embargo, los afectados y perjudicados, en una gran mayoría, no ven claro que estos asuntos han de ser de naturaleza pública.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Soto

Eso es un mundo muy negro.

El dinero está por encima de la misma salud y del bien general.

Así nos va.

Un abrazo.

HASTA SIEMPRE

LA DIGNIDAD

ZAMBA DE MI ESPERANZA - Jorge Cafrune -

ERNESTO

ERNESTO
Ernesto Guevara de la Serna

ALLENDE

ALLENDE
Salvador Allende Gossens

CAFRUNE

CAFRUNE
Jorge Cafrune Herrera
En 1977, eran tiempos difíciles para Argentina. El gobierno estaba en manos de la dictadura militar.

A diferencia de otros artistas comprometidos, que se exiliaron cuando comenzaron las amenazas y las prohibiciones, Cafrune decidió quedarse y seguir haciendo lo que mejor sabía hacer: cantar y opinar cantando y haciendo.

Fue así que en el festival de Cosquín de enero de 1978 cuando su público le pidió una canción que estaba prohibida, Zamba de mi esperanza, entonces Jorge Cafrune tocó el tema argumentando que "aunque no está en el repertorio autorizado, si mi pueblo me la pide, la voy a cantar".

Según testimonios que se consignan en el Nunca más, eso ya fue demasiado para los militares, y en un campo de concentración de Córdoba ,el Teniente Coronel Carlos Enrique Villanueva opinó que “había que matarlo para prevenir a los otros”.

El 31 de enero de ese año. A modo de homenaje a José de San Martín , Cafrune emprendió ese día una travesía a caballo que lo llevaría a Yapeyú , lugar de nacimiento del libertador.

Esa noche, a poco de salir, fue embestido a la altura de Benavidez por una camioneta conducida por un joven de 19 años, Héctor Emilio Díaz.

Jorge Cafrune falleció ese mismo día a la medianoche, pero el hecho nunca fue esclarecido y para la justicia quedó sólo como un accidente.