jueves, 25 de diciembre de 2008

Remar



Al otro lado del rio-Jorge Drexler

Probemos a remar otro rato contra la corriente.

Y hablando de corrientes, es cierto que existen cuestiones guadianescas.

El reparto del tiempo de trabajo es una de ellas.

Para este tema, corren tiempos de infiltrarse en el subsuelo y no salir ni a respirar.

Téngase en cuenta que hemos estado a un tantarantán de que se aprobase la jornada de 65 horas semanales.

-Eso si, eran voluntarias, eh!

-Por supuesto, boana.

El salto cualitativo -me refiero al reparto del tiempo de trabajo- se dará cuando dejemos de sentir una especie de conciencia pecadora si no dedicamos la vida, básicamente, a trabajar.

La crisis a la que hemos sido llevados, con nuestra asistencia, si no de un modo placentero, al menos de forma callada y anuente, debiera ser un gran momento para replantear todo.

Y en su parcela, este es un tema que debieran liderar los trabajadores, por ser los primeros interesados.

Ya está bien de considerar que los empresarios nos perdonan la vida. Que son los generadores de riqueza.

Hablando en román paladino, lo que son, en términos generales, si se les deja como hemos hecho hasta ahora, es un grupo de conductores ebrios que terminan ocasionando graves accidentes.

La lógica nos dice que la tecnología ha de sustituir a la clásica mano de obra como principal factor de trabajo.

No tiene sentido trabajar mas horas, mientras los desempleados crecen.

Tampoco aquello de la productividad, fomentando las deslocalizaciones a países de hambre, donde todavía se trabaja con esclavos.

Los ciudadanos debemos primar a las empresas de interés general y penalizar a las que se estimen perniciosas.

Entre estas últimas, conviene tipificar un nuevo especimen : las que fomentan un estilo de vida vano, absurdo e insolidario.

Con la jornada actual, en cada puesto podrían trabajar persona y media (encima de aquella mesa os dejo la media que sobra)

Es evidente que eso exige una inversión pública productiva.

En vez de pagar subsidios de paro y pensiones sociales, estos fondos se destinarían a subvencionar el nuevo coste a las empresas.

Los estados, por otra parte, se esforzarán en aumentar los salarios sociales.

Así, una mejor educación pública que evite el coste de la enseñanza privada.

Lo mismo con la salud. Evitar el pago de sanidad privada.

A los ciudadanos les sobrará tiempo. Su mejor fortuna.

Y entonces se podrá promover un nuevo estilo de vida.

El estilo de vida de los verdaderos primates evolucionados y no el actual/pasado de la jungla salvaje.

Se fomentarán las relaciones familiares, las humanas desinteresadas, los sentimientos, la cultura, el ejercicio físico, la preocupación por los semejantes, las actividades en beneficio de todos, etc.

El arreglo ha de ser planetario. Ha pasado ya el tiempo de "los guapos".

De los que nos han mangoneado para enriquecerse con el dolor y muerte de millones de seres inocentes.

Ha llegado la hora de organizar el mundo a los que llevan siglos resignados a las riendas y el ronzal.

Tenemos que elaborar un programa que afronte las cuestiones básicas.

La primera, una obviedad, acabar con la corrupción generalizada, desde los jefes de estado hasta el último peón de una fábrica.

La siguiente, el trabajo. Como en todo lo humano, debe imponerse la razonabilidad.

No se pueden admitir mas sacrificios de los más débiles para convivir con el despilfarro, el lujo y la sinrazón que, sin disimulo, esgrimen ante nuestras narices los espabilados de siempre.

Vayamos a los remos. Costará subir.

Pero allá arriba, al final de la corriente, dicen que está el gran lago.

El de aguas puras, mansas y cristalinas.

6 comentarios:

RGAlmazán dijo...

Ya veo, Ernesto, que es escrito la carta a los Magos de Oriente.
Sólo te digo una cosa: ¡Ojala!

Salud y República

Anónimo dijo...

Ernesto: exacto, nítido y conciso.

Sólo falta hacerles ver a los amos que si queremos, lo hacemos, por supuesto sin su consentimiento. Y que se hará, porque no hay otra alternativa, salvo la autodestrucción como especie.

Y que sería muchísimo mejor para todos, incluídos ellos, hacerlo con su consentimiento.

Franziska dijo...

Has estado soñando, querido Ernesto, y parece que ese sueño te ha afectado profundamente puesto que aún despierto lo sigues creyendo posible.

¿Se te ha ocurrido preguntarte cuántos millones de seres viven en la falacia de que disfrutamos, en este momento, del mejor de los mundos posibles? Y no son, precisamente, los más ricos porque ellos nunca están contentos; ya que todo les parece poco.

¿Quién puede moverles? Están tan felices sentados en su sofá, disfrutando de su televisión y del partido de fútbol.

De todos modos, estoy contigo y creo que sería bonito que, por una vez, estuviéramos todos de acuerdo para lograr algo tan hermoso.

Entre las cosas que llaman mi atención desde hace mucho tiempo, está la cuestión de la robótica, responsable de la destrucción de tanto empleo en la industria y que, según parece, no alerta a los sindicatos ni a nadie. El número de millones de seres humanos aumenta: nuestro planeta no crece. Al contrario agota sus recursos. Y las pocas mentes lúcidas que alertan de esta situación, se les cuelga el sambenito de "alarmistas". En fin, no parece que yo haya estado soñando -igual que tú- en estas Navidades.

Pero si quieres, me puedes apuntar a vamos a cambiar esto porque lo que tenemos no nos gusta. A mí me gustaría estar entre los primeros de tu lista de hacedores de sueños.

Anónimo dijo...

RGAlmazan

Rafa, necesitamos una ídea, al menos, para mover el mundo. En este caso, el mas cercano : nuestro país.

Insisto en que es el momento. No encontraremos otra oportunidad igual en siglos.

Los poderosos volverán a reinstalarse como los poseedores de la verdad absoluta en poco tiempo.

Saludos.

Anónimo dijo...

Wallace97

Estoy de acuerdo.

Te repito lo que antes he dicho a Rafa, me parece que estamos ante una ocasión excepcional. Ellos mismos reconocen que han fracasado estrepitosamente.

Eso si, piden sumas millonarias para que les dejemos campar otra larga temporada.

Por eso, creo que estarían dispuestos a dar el consentimiento, aunque sea a regañadientes.

Un abrazo, amigo.

Anónimo dijo...

Franziska

Hecho. Ya estás apuntada en la lista de hacedoras de sueños.

Siempre me causa profunda emoción ver que los sueños de alguien se cumplen al cabo del tiempo.

Hace poco el de Luther King: un presidente negro. Cuando hace sólo 40 años la discriminación racial era enorme. Hasta en los autobuses públicos las ancianas negras debían dejar sus asientos a los jóvenes blancos.

El futbol. Una gran inmoralidad.

A pesar de todo, soy optimista. Siempre lo he sido.

Lo que me desespera es la lentitud inevitable y dolorosa con la que estamos condenados a realizar los cambios profundos. A fuerza de golpes.

Un fuerte abrazo, amiga.

HASTA SIEMPRE

LA DIGNIDAD

ZAMBA DE MI ESPERANZA - Jorge Cafrune -

ERNESTO

ERNESTO
Ernesto Guevara de la Serna

ALLENDE

ALLENDE
Salvador Allende Gossens

CAFRUNE

CAFRUNE
Jorge Cafrune Herrera
En 1977, eran tiempos difíciles para Argentina. El gobierno estaba en manos de la dictadura militar.

A diferencia de otros artistas comprometidos, que se exiliaron cuando comenzaron las amenazas y las prohibiciones, Cafrune decidió quedarse y seguir haciendo lo que mejor sabía hacer: cantar y opinar cantando y haciendo.

Fue así que en el festival de Cosquín de enero de 1978 cuando su público le pidió una canción que estaba prohibida, Zamba de mi esperanza, entonces Jorge Cafrune tocó el tema argumentando que "aunque no está en el repertorio autorizado, si mi pueblo me la pide, la voy a cantar".

Según testimonios que se consignan en el Nunca más, eso ya fue demasiado para los militares, y en un campo de concentración de Córdoba ,el Teniente Coronel Carlos Enrique Villanueva opinó que “había que matarlo para prevenir a los otros”.

El 31 de enero de ese año. A modo de homenaje a José de San Martín , Cafrune emprendió ese día una travesía a caballo que lo llevaría a Yapeyú , lugar de nacimiento del libertador.

Esa noche, a poco de salir, fue embestido a la altura de Benavidez por una camioneta conducida por un joven de 19 años, Héctor Emilio Díaz.

Jorge Cafrune falleció ese mismo día a la medianoche, pero el hecho nunca fue esclarecido y para la justicia quedó sólo como un accidente.