Milonga del moro judio (Jorge Drexler)
La Constitución de los Estados Unidos de 1787 y su antecedente mas inmediato, la de Virginia de 1776, aprobada durante el mandato del gobernador Thomas Jefferson, que mas tarde sería el tercer presidente de los Estados Unidos, en su artículo primero consagraba el derecho a la vida, a la libertad, a la propiedad, a la seguridad y a la búsqueda de la felicidad.
Al parecer, es la única Constitución que en su articulado establece, de forma expresa, el derecho fundamental de sus ciudadanos a buscar la felicidad.
No deja de ser bastante paradójico que estos derechos convivieran con la esclavitud y la falta de derechos para las mujeres durante largos años. Pero “asín semos” los seres humanos.
Si fuésemos norteamericanos y nos dispusiéramos a llevar a la práctica el precepto constitucional, lo primero que habría que hacer es llegar a un acuerdo sobre que es la felicidad.
Algo muy difícil. Hay miles de ideas distintas sobre la felicidad. Se trata de un estado transitorio y cambiante. Nadie puede ser todo el tiempo feliz. Ni siquiera infeliz.
Una de las primeras nociones que recuerdo, siendo niño, era una muy simplista y comercial que se contenía en un antiguo anuncio de analgésicos, concretamente del Calmante Vitaminado, que se emitía en la TV en blanco y negro y que definía la felicidad como la ausencia del dolor.
Se refería al dolor físico. Pero ¿y que pasaba con el otro dolor, el moral?
La felicidad también podría ser la ausencia de enfermedad y la armonía con la naturaleza. Con las personas, los animales y las cosas. Con las personas amadas y las desconocidas. El respeto a los animales y el cuidado con las cosas.
Parece una bobada, pero todo puede arreglarse de la manera mas sencilla. Como es un derecho previsto en la Constitución, se preparan unas pancartas y nos manifestamos ante los que gobiernan, por ejemplo en la White House, para exigir que se cumpla la ley :
¡QUEREMOS SER FELICES!
¡POR UNA FELICIDAD DURADERA, YA!
¡ NO QUEREMOS FELICIDAD BASURA!
¡ POR UNA FELICIDAD ESTABLE Y DIGNA!
Acudid todos. Ya sabéis, a las 12 horas del próximo día 300 de diciembre del año 10.000.
Por favor, se ruega puntualidad.