Cruz de navajas (Mecano)
Sucedió que no me operé el pasado día 26. Tuve dudas de última hora y renuncié hasta obtener una segunda opinión.
Una vez realizada esta segunda consulta, se determinó, nuevamente, que lo procedente seguía siendo la intervención quirúrgica del hombro.
Así se lo hemos hecho saber al hospital Virgen del Rocío y de este modo he pasado a estar en la lista de espera para ser llamado a ingresar.
Esta es la razón por la que sigo aquí, escribiendo con la mano zurda, izquierda o siniestra, como prefiráis llamarla.
Me apetece contar lo que nos ocurrió ayer en la sala de espera de urgencias de traumatología, cuando me ratifiqué en la decisión de operarme.
Estábamos en la sala Mercedes, un servidor y un chico de unos treinta y tantos, con evidentes síntomas de nerviosismo.
Se levantaba a cada momento protestando porque llevaba allí un rato y no le llamaban.
Le tranquilizamos como pudimos y nos contó que le tenían que escayolar la mano porque se la había fracturado en su casa al dar un gran puñetazo en la puerta.
Se acababa de enterar que su esposa le era infiel desde hace un año. Que lo había descubierto al encontrarle en el bolsillo de su abrigo la factura del hotel donde había pasado una noche con su amante. Una factura de mas de 200 euros.
Resulta que ella trabaja en un bar "poniendo tostadas" y que su amante es el compañero que "sirve los cafés" .
Nos dijo que el porrazo en la puerta lo dio a la vez que clavaba un cuchillo en la misma con la otra mano. Toda la escena delante de su hijo de 9 años que corría llorando de las piernas del padre a los brazos de la madre.
Acto seguido, nuestro hombre, terriblemente dolido, se encaminó al domicilio del amante y le contó lo sucedido a la esposa de aquél, en presencia de sus hijos que ignoraban los hechos. El hijo mayor, de 25 años, juraba que mataría al padre cuando lo viese.
Luego se fue al bar, a ver a su rival para que le diese mas datos de la verdad. Éste le confirmó que llevaban mas de un año.
Cuando el humillado le planteó al encargado de las dos palancas de la maquina de café, que se tendría que llevar a su mujer para evitar la imposible convivencia, ya que él había decidido quedarse a vivir en su casa , el amante le solicitó dos o tres meses para organizarse.
Así que, aunque parezca kafkiano, continúan viviendo en la misma casa, mientras gestionan el divorcio.
Nos contó que llevaban 20 años casados, que tenían tres hijos, la mayor de 19, empelada en un Mcdonnal, uno de 15 y el menor de 9 años.
Que se casaron cuando ella tenía 14 años y el 17.
Que llevaba varios días sin dormir ni comer, desde que descubrió la infidelidad.
Le pesaba que su mujer ni siquiera le hubiese pedido perdón al descubrirla. Que, de haberlo hecho, posiblemente la hubiese perdonado.
Recordaba con amargura como hace años habían acordado, como muchas parejas, que si alguna vez se enamoraban de otra persona que lo hablarían, antes que engañarse. Pero no había sucedido así y eso le dolía en el alma.
Mercedes y yo le aconsejamos como mejor pudimos. Que olvidase la violencia. Que se comportase serenamente. Que el dolor intenso lo llevase por dentro. Que procurase ser un digno ejemplo para sus hijos. Que confiase en que la vida, dentro de poco, le tendría reservada una nueva vida feliz junto a otro nuevo amor. En fin, poco mas.
Lo llamaron a la sala de curas y al poco, a mí. Mientras me extraían sangre para la posible operación, me gastó la broma de lo grande que era la aguja que me iban a clavar, ya que me había oído confesar a la enfermera mi pánico a las extracciones.
Mercedes salió a darle ánimos -con el brazo derecho ya escayolado- y él le correspondió agradeciendole que eramos las primeras personas con las que podía hablar de lo que le había sucedido.
Y eso es todo, amigos. Sería muy interesante conocer vuestros comentarios sobre el asunto.
Porque la verdad es que Mercedes y yo, sólo acertamos a mirarnos y resoplar.